Nunca consideres el estudio como una obligación, sino como una oportunidad para penetrar en el bello y maravilloso mundo del saber.

miércoles, 18 de febrero de 2015

MUSEO DE ALCALÁ DE GUADAÍRA

Hoy, de nuevo, hemos cambiado el escenario de nuestra clase. Nos hemos desplazado hasta el Parque Centro para realizar una visita al museo. Allí hemos repasado los contenidos trabajados en clase sobre la Prehistoria y la Edad Antigua y hemos avanzado en lo que respecta a la Edad Media. Creo que de esta forma los niños/as a la vez que lo pasan bien adquieren unos conocimientos más duraderos, tal y como decía B. Franklin, "Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo".
Por último, y antes de la vuelta, un ratito de recreo en el parque.
Desde aquí agradecer la atención de todo el personal del museo y en especial  a Cecilia por sus interesantes explicaciones. GRACIAS.









domingo, 15 de febrero de 2015

CELEBRAMOS EL CARNAVAL

En primer lugar quiero felicitar a los niños/as por la representación que hicieron. Gustó mucho entre el claustro por lo original. Actividades como estas nos hacen progresar a nivel de grupo. No quiero olvidarme del trabajo de los maestros de EF que hacen que todo resulte un éxito, en especial de Juan Antonio. Muchas gracias a todos...






jueves, 5 de febrero de 2015

FAMILIAS LECTORAS

Hoy hemos recibido la visita de Raquel, madre de Luis. Nos ha contado un cuento de Jorge Bucay , "El elefante encadenado". La elección ha sido acertada y nos ha hecho reflexionar sobre el valor del esfuerzo y la constancia. Desde el cole agradecemos la colaboración de las familias en este proyecto que acabamos de empezar.
Muchas gracias, Raquel.


EL ELEFANTE ENCADENADO Jorge Bucay
Cuando yo era pequeño me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. Me llamaba especialmente la atención el elefante que, como más tarde supe, era también el animal preferido por otros niños. Durante la función, la enorme bestia hacía gala de un peso, un tamaño y una fuerza descomunales... Pero después de su actuación y hasta poco antes de volver al escenario, el elefante siempre permanecía atado a una pequeña estaca clavada en el suelo con una cadena que aprisionaba una de sus patas.
Sin embargo, la estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en el suelo. Y, aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que un animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su fuerza, podría liberarse con facilidad de la estaca y huir.
El misterio sigue pareciéndome evidente.
¿Qué lo sujeta entonces?
¿Por qué no huye?
Cuando tenía cinco o seis años, yo todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces a un maestro, un padre o un tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado.
Hice entonces la pregunta obvia: «Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?».
No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo, olvidé el misterio del elefante y la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho esa pregunta alguna vez.
Hace algunos años, descubrí que, por suerte para mí, alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta:
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño.
Cerré los ojos e imaginé al indefenso elefante recién nacido sujeto a la estaca. Estoy seguro de que, en aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse. Y, a pesar de sus esfuerzos, no lo consiguió, porque aquella estaca era demasiado dura para él.
Imaginé que se dormía agotado y que al día siguiente lo volvía a intentar, y al otro día, y al otro... Hasta que, un día, un día terrible para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Ese elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque, pobre, cree que no puede.
Tiene grabado el recuerdo de la impotencia que sintió poco después de nacer.
Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese recuerdo.
Jamás, jamás intentó volver a poner a prueba su fuerza...
Todos somos un poco como el elefante del circo: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos pensando que «no podemos» hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo, cuando éramos pequeños, lo intentamos y no lo conseguimos. Hicimos entonces lo mismo que el elefante, y grabamos en nuestra memoria este mensaje: No puedo, no puedo y nunca podré.
Hemos crecido llevando ese mensaje que nos impusimos a nosostros mismos y por eso nunca más volvimos a intentar liberarnos de la estaca.
Cuando, a veces, sentimos los grilletes y hacemos sonar las cadenas, miramos de reojo la estaca y pensamos:
No puedo y nunca podré.